CAUSAS.

¿Cómo afecta a la persona?
La privación de la libertad de un individuo de manera súbita, lo sume en la inmediata pérdida de capacidad defensiva, anulación social. Es el proceso de regresión obligado que le garantiza la subsistencia. La identificación con el agresor y los procesos de empatía y entendimiento son formas más elaboradas de la psique, para defenderse de un suceso desbordado.
Pero el secuestro no destruye solamente la integridad de la víctima, sino también la de los secuestradores. Quienes permanecen encerrados durante largo tiempo en compañía del rehén sufren de una permanente tensión pudiendo llevarlo a la pérdida del control y dirigir esa agresión contra el secuestrado. Los efectos psicológicos del secuestro en lo individual muestran un cuadro clínico bastante crónico, que envuelve el drama familiar. El drama silenciado por el miedo que hace perder en la dimensión colectiva los conceptos de solidaridad.
Más allá de la conformación del secuestro de la vida, se desarrollan fenómenos como el secuestro del luto, del duelo. Los familiares tienen que pagar no por la entrega del secuestrado con vida, si no por el cadáver; es decir por el derecho a elaborar el duelo, el luto. Son otros extremos de la tortura psicológica, nunca antes calculados. El manejo sofisticado de la simbólica de la muerte, es generalizado desde la violencia organizada a formas cotidianas de sobrevivencia.
El secuestro ocasiona en los niños una grave descompensación en su desarrollo normal y dependiendo de la edad, pueden sufrir severos traumatismos de tipo psicológico.
En los niños pasado el cautiverio, pueden presentar desde pequeños cambios
en el estado de ánimo por ejemplo que van de la risa al llanto en poco tiempo, regresiones significativas en su comportamiento como orinarse en la cama o volver a chuparse el dedo, hablar como bebes; hasta estados críticos de mutismo, autismo, etc. Estas reacciones varían de acuerdo a cada niño y a su edad.
Los niños menores de 6 años no entienden lo que significa un secuestro ni sus razones; experimentan durante el cautiverio un profundo sentimiento de abandono y una intensa angustia frente a la separación de sus padres. Por lo general se culpan a sí mismos de lo ocurrido o le adjudican explicaciones de tipo mágico a esta situación.
La separación abrupta de los padres, en el niño que ha sido víctima del secuestro, produce especialmente en los más pequeños un grave trastorno afectivo, debido principalmente a que la estabilidad emocional en edades tempranas depende del vínculo materno. Estudios realizados con niños que han vivido situaciones de guerra han mostrado que a los niños pequeños no les importa las bombas ni los tiros, etc., mientras se encuentren al lado de su madre.
Los niños mayores de 6 años son menos vulnerables al ambiente extrafamiliar, ya no dependen tanto emocionalmente de su núcleo familiar, diferencian mejor entre lo bueno y lo malo de algunas situaciones, aprenden a través del colegio nuevas cosas del mundo distinto a su familia.
Algunos pueden entender lo que significa el secuestro aunque no se explican las razones y aunque también se observa un inmenso sentimiento de abandono durante el cautiverio, los elementos cognoscitivos que están desarrollando en esta edad les posibilita un mayor control de la situación. Esto no quiere decir que a niños más grandes no les afecte profundamente el cautiverio. Quiere decir, que el traumatismo que sufren los niños mayores de seis años se evidencia de una manera más específica.

 La soledad